¿Así pretendemos ganar, madridistas?

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JESÚS RUIZ GARCÍA--- Llegaba el derby, un partido que tradicionalmente, al menos en las últimas temporadas, el Madrid utilizaba para expiar sus pecados. Y esta vez, el pecado a expiar era bastante grave: la victoria gracias a un penalti en el descuento ante el Elche tras un partido nada convincente, que sirvió para alimentar las dudas sobre el juego que persiguen al equipo desde el primer partido de la temporada. Sin embargo, el sábado, el Madrid se encontró en el Bernabéu a un equipo con mayúsculas, el Atlético de Madrid, un equipo muy serio que sabía a lo que jugaba y que realizó un partido soberbio. Es más, por lo visto en el terreno de juego por parte de uno y otro equipo, el 0-1 se quedó corto, algo que me fastidia mucho decir cuando se trata de una derrota de nuestro equipo.

El Madrid se mostró como un equipo apático, sin actitud, sin ideas, incapaz de crear peligro. La primera ocasión clara llegó a los 22 minutos de partido y, prácticamente, no volvimos a ver otra ocasión hasta entrada la segunda parte. Bale y Modric, que entraron en el descanso, tampoco funcionaron como revulsivos. Así es imposible ganar un partido, y más contra un equipo como el Atlético, que, siguiendo la filosofía de su entrenador el Cholo Simeone, lucha cada balón como si fuera el último y no baja los brazos hasta el final, dos características que tradicionalmente han sido propiedad de nuestro equipo pero que, de momento, parecen haber desaparecido. Ni el propio Cristiano estuvo fino aquella noche, y eso sí que es raro.

Parecía que con la goleada 1-6 al Galatasaray, el equipo iba a coger el impulso necesario para terminar de despegar definitivamente, pero nada más lejos de la realidad. Contra el Elche, un partido que a priori se debería haber solventado de una forma más fácil, el equipo no jugó a nada, y en el derby volvieron a mostrarse como un conjunto totalmente apagado. Muchos jugadores parece que aún están en pretemporada. Pepe, el Pepe que todos conocemos, no está. Se le ve muy despistado sobre el terreno de juego y comete continuos errores. Se echa de menos a Varane. Y qué decir de Benzema, un jugador que terminó la temporada pasada durmiendo y que, a día de hoy, aún sigue dormido. Sergio Ramos, por el momento, tampoco está siendo el central expeditivo y omnipresente al que estamos acostumbrados. Hay algunos jugadores más que merecen mi atención, pero no me quiero parar a hablar de todos.


Y Ancelotti tampoco se escapa. No me gusta ser ventajista, y no quiero aprovechar una derrota para criticarlo, pero prácticamente en cada partido, de los pocos que llevamos jugados hasta el momento, ha utilizado un sistema de juego diferente, lo que demuestra que está absolutamente perdido en la búsqueda de ese fútbol bonito y espectacular que nos prometió el día de su presentación. Vale, con Mourinho los inicios también fueron malos (todos recordamos el 5-0 del Camp Nou), pero él, al menos, eligió un sistema de juego, el que ha utilizado y sigue utilizando, en todos los equipos por los que ha pasado, y lo mantuvo hasta que comenzó a funcionar.

Dijo el Cholo tras el derby, en relación a su equipo, que “podemos jugar mejor, ganar o perder, pero hay una idea que no se negocia, que es el trabajo, y que nadie es más importante que el equipo”. Esto último, en nuestro equipo, está suponiendo un grave problema en los últimos tiempos, ya que hay miembros de la actual plantilla que se creen más importantes que el equipo, y piensan que pueden hacer y deshacer a su antojo. José Mourinho intentó erradicar este problema, pero las “vacas sagradas” del vestuario comenzaron a mover sus hilos para poder seguir mandando dentro del mismo, para poder mantener sus privilegios, impuestos en algunos casos por la prensa, capaz de subir a los altares a quien continuamente le da carne fresca y de mandar a los infiernos a quien no le da ni un vaso de agua. Mientras los jugadores sigan mandando más que el propio técnico en el vestuario va a ser imposible dar un paso al frente y cambiar esta situación.

De todas formas, y ya para acabar, me niego a pensar que esté todo perdido. Estamos a principios de temporada y, como dice el refrán, hasta el rabo todo es toro. Tenemos una plantilla extraordinaria, con jugadores preparados para dar la vuelta a situaciones tan comprometidas como esta, pero para conseguirlo debemos estar todos juntos y remar para el mismo lado. Sólo así podremos hacer algo grande este año.