Primer rival de entidad. Olimpique de Lyon. Antigua bestia negra, hoy (gracias Mou) gatito atigrado. Como dice la canción, como hemos cambiado. Gerland vestido de fiesta creyó durante muchos minutos en la victoria de su equipo, en reverdecer laureles no demasiado antiguos, pero el Madrid es el Madrid y nunca da nada por perdido. Al final empate no sé si justo pero intrascendente al fin y al cabo.
Ancellotti compareció en Gerland con un once atípico, tanto por su composición como por su ubicación en el campo. Las posiciones de Özil y Di María eran, cuando menos, novedosas.
Un 4-3-3 enconsertado tampoco ayudaba demasiado a que el balón fluyera entre sus líneas. Se echó mucho de menos un mediocentro de contención, bien Khedira o Casemiro. El partido del Madrid hasta el minuto 60 fue sencillamente horrible, no sólo por la mayor presencia física de los franceses, que también. Su falta de criterio y precisión a la hora de mover la pelota fue palpable, hasta Isco, con su gran clarividencia, quedó señalado.
Pero todo esto no es criticable. Ancelotti lleva sólo quince días con un grupo nuevo y hace bien en experimentar con jugadores, estilos, posiciones y roles distintos. De estos experimentos siempre salen cosas positivas, de lo positivo porque sale bien y de lo negativo porque nos dice que camino no tomar. Aunque ciertos agoreros, con vena pipera, ya empiecen a afilar sus navajas.
Ancellotti compareció en Gerland con un once atípico, tanto por su composición como por su ubicación en el campo. Las posiciones de Özil y Di María eran, cuando menos, novedosas.
Pero todo esto no es criticable. Ancelotti lleva sólo quince días con un grupo nuevo y hace bien en experimentar con jugadores, estilos, posiciones y roles distintos. De estos experimentos siempre salen cosas positivas, de lo positivo porque sale bien y de lo negativo porque nos dice que camino no tomar. Aunque ciertos agoreros, con vena pipera, ya empiecen a afilar sus navajas.
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